Los sobrecostos y los retrasos en proyectos de infraestructura son fenómenos frecuentes, pero no siempre bien comprendidos. Más allá de las cifras, es fundamental entender sus causas, magnitud y repercusiones. Para lograrlo, se requiere un enfoque técnico riguroso que permita cuantificar de forma objetiva su impacto en tiempo, dinero y alcance del proyecto.
En contextos donde intervienen múltiples actores, obras extensas y condiciones cambiantes, la cuantificación de estos factores se convierte en una herramienta indispensable para la gestión y la toma de decisiones.
¿Por qué cuantificar?
La existencia de un sobrecosto o un retraso no implica automáticamente una falla de gestión. Lo relevante es identificar su origen y medir su impacto real. Cuantificar permite transformar una percepción en una cifra concreta, verificable y útil.
Esta cuantificación tiene múltiples propósitos:
- Entender cómo se ha desviado el proyecto frente a lo planeado.
- Estimar el valor adicional generado por condiciones no previstas.
- Evaluar el efecto de una mayor permanencia del personal, maquinaria o administración en obra.
- Analizar las implicaciones de un cambio en la secuencia o duración de actividades.
Además, permite tomar decisiones fundamentadas para mitigar riesgos futuros, renegociar condiciones contractuales o ajustar la programación.
¿Qué se entiende por sobrecosto, mayor permanencia y retraso?
Aunque a menudo se tratan como sinónimos, estos conceptos tienen diferencias importantes:
- Sobrecosto: Es el valor adicional incurrido por encima del presupuesto aprobado. Puede estar asociado a variaciones en precios, cantidades, condiciones de ejecución, exigencias técnicas o impactos acumulativos de decisiones tomadas durante el proyecto.
- Mayor permanencia: Se refiere al tiempo adicional en que recursos humanos, equipos o servicios auxiliares permanecen en obra por fuera del plazo inicialmente previsto, generando costos adicionales de administración, seguridad, alojamiento o funcionamiento.
- Retraso: Es la diferencia entre el tiempo programado y el tiempo real requerido para ejecutar actividades específicas o completar el proyecto. Puede ser causado por factores técnicos, climáticos, logísticos o de coordinación.
Cuantificar estos tres aspectos de manera técnica y separada permite entender su origen, su evolución y su efecto acumulativo.
¿Cómo se realiza una cuantificación objetiva?
La cuantificación técnica se basa en datos reales del proyecto. Requiere:
- Revisión documental: cronogramas, presupuestos, metrados, informes de avance, actas y registros de obra.
- Análisis comparativo: contraste entre lo planeado y lo ejecutado (tiempos, cantidades, rendimientos y costos).
- Identificación de hechos causantes: se clasifican los eventos que provocaron la desviación (cambios de alcance, restricciones técnicas, interferencias, condiciones externas).
- Cálculo de impactos: se aplican metodologías cuantitativas para estimar el valor económico del sobrecosto, el costo acumulado por mayor permanencia y la magnitud de los retrasos.
La clave está en diferenciar los efectos directos de los indirectos, y establecer relaciones causa-efecto verificables.
¿Cuáles son los beneficios de una cuantificación bien hecha?
- Claridad para tomar decisiones: permite anticipar impactos financieros y ajustar estrategias.
- Transparencia: facilita la rendición de cuentas y la trazabilidad de los recursos.
- Prevención: ayuda a detectar patrones recurrentes y planear medidas correctivas.
- Soporte documental: proporciona un respaldo técnico confiable ante evaluaciones internas o externas.
Cuantificar no es solo contar días o sumar valores adicionales: es demostrar técnicamente cómo se ha comportado el proyecto, y qué implicaciones tiene ese comportamiento para su resultado final.
Conclusión
En proyectos de infraestructura, los sobrecostos y los retrasos no siempre se pueden evitar, pero sí se pueden medir, entender y gestionar. Una cuantificación objetiva y técnica es el primer paso para recuperar el control, optimizar recursos y mejorar la planificación futura.
Convertir los hechos en datos y los datos en decisiones es parte esencial de una gestión moderna y responsable en el ámbito de la construcción.